A la vuelta de septiembre, más madera

20 Ago

Sin duda alguna en unos días volverá a asomarse a la puerta de Génova 13 la polémica en torno a la presunta financiación irregular del partido, los papeles de Luis Bárcenas y sus consecuencias, directas e indirectas, sobre varios nombres conocidos. No obstante, al margen de las pesquisas judiciales y policiales que siguen su curso, de manera demasiado lenta para algunos analistas, las guerras internas en el PP son el lastre que más pesan a Mariano Rajoy y lo que más le ocupa en estos días de asueto pontevedrés. El líder popular, a diferencia de lo era costumbre en años anteriores, no apareció por las calles de su ciudad, Pontevedra, con motivo de las Fiestas de la Peregrina. Y este no es un dato baladí.

En la aldea en la que se encuentra recluido con su familia, a pesar de que no hay constancia de visitas de personajes de su confianza dentro del partido, más allá de algún que otro paseo con José Benito Suárez Costa, director del Puerto de Marín y marido de la ministra Ana Pastor, con seguridad los teléfonos han echado humo. Rajoy se ha encontrado, a mediados de agosto, con la declaración de María Dolores Cospedal ante el juez Ruz en calidad de testigo a propósito de las cuentas de la formación. Es de suponer que lo dicho por la secretaria general del PP ante el magistrado de la Audiencia Nacional ha tenido mucho de ‘pactado’ con Rajoy. Sin embargo, hay quien piensa lo contrario, es decir, que la postura de Cospedal ante Ruz ha sido similar a la mantenida por la presidenta castellano-manchega en el caso de los papeles de Bárcenas, cuando decidió denunciar al extesorero de manera individual. Esa acción provocó mucho malestar en el seno del Partido Popular. Ahora, algunos barones esperan una reprimenda interna a la secretaria general, por ‘ir por libre’ y tratar de ‘escurrir’ un bulto descargando toda la responsabilidad sobre el propio líder. Da la impresión de que esa controversia se cobra, poco a poco, víctimas y algunas pueden quedar clarificadas (junto con la búsqueda de caras más amables o menos quemadas) en la crisis de Gobierno que se vislumbra para septiembre u octubre.

Pero el presidente del Ejecutivo tiene más fentes abiertos, al margen de Gibraltar cuyo objetivo es evidente y solo está sirviendo para dar munición patriótica a los medios más afines. Entre otros se encuentra la crisis económica, puesto que si bien desde las áreas competentes se afanan en vender las virtudes de las medidas adoptadas y los beneficios producidos, el último trimestre del año es el del cierre de cuentas. Diversos expertos vaticinan que dichos números (incluidos los del desempleo) no van a dar muchas alegrías al Gobierno. Del mismo modo, tras un agosto casi inhábil, la oposición del PSOE espera como agua de mayo nuevas revelaciones procedentes de Luis Bárcenas, sin descartar que pueda filtrarse alguna grabación. Precisamente los socialistas, por ahora, son los únicos que aportan buenas noticias a Rajoy puesto que, a pesar de la caída de los populares en las encuestas, sus rivales políticos no logran remontar.

En definitiva, tras su asueto estival en tierras gallegas, Mariano Rajoy regresará a Madrid como se supone que lo hace cualquiera después de unas vacaciones, con las pilas cargadas. La duda es saber si esa recarga le servirá o tendrá que utilizar algún puente para otra cura urgente de ánimo. Por cierto ¿y Esperanza Aguirre? ¿Cuándo reaparecerá con ese discurso que sus detractores internos califican de incendiario? También a ella le tendrá que hacer frente el presidente.

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