En Andalucía como en Madrid, pero al revés

28 Ago

Desde ayer y hasta los primeros días de septiembre Andalucía contará con un Gobierno en funciones tras la renuncia de José Antonio Griñán a la presidencia de la Junta y su probable paso al Senado. Antes incluso de que anunciara su intención de no presentarse a la reelección, ya eran muchos los que daban por hecho el abandono del también presidente del PSOE. El escenario que se abre en la región, aunque cerrado desde el propio aparato del partido con la elección de la que será su sucesora tras un intento de primarias que no llegó a ser tal, es complicado por el caso de los Ere fraudulentos que investiga la Justicia desde hace tiempo. Griñán explicó este martes que este asunto es uno de los que le empujan a irse y esto a pesar de que también aludió a cuestiones «personales» que, precisamente también ayer El País, en uno de sus editoriales, otorgaba la calificación de «reales».

A partir de ahora se abre el proceso preceptivo para que Susana Díaz le sustituya al frente de una de las comunidades autónomas más importantes desde muchos puntos de vista para el conjunto del país. La paradoja es curiosa con lo que sucede en Madrid con el Gobierno que dirige Mariano Rajoy.

Mientras el presidente del Ejecutivo mantiene su apuesta por unos parámetros económicos cuyos resultados él y su equipo esperan que empiece a ofrecer datos positivos realistas, en los sondeos de los medios de comunicación y del Centro de Investigaciones Sociológicas continúa su caída constante, con índices de pérdida de confianza entre la ciudadanía considerados ya históricos. El flotador al que se agarra Rajoy es, precisamente, los malos datos que también cosechan sus adversarios directos, es decir, los socialistas. A la espera de las reuniones programáticas de noviembre, el PSOE, con su líder, Alfredo Pérez Rubalcaba, a la cabeza no logra capitalizar la sangría que sufre el PP, antes al contrario, se encuentra en posiciones de debilidad a las que el adjetivo de históricas le van como anillo al dedo.

arenas2En la región que deja ahora de presidir José Antonio Griñán las cosas son iguales, o parecidas, pero cambiando las siglas de los partidos. Tras los comicios andaluces, a pesar de que las encuestas daban casi por segura una victoria por mayoría absoluta para el candidato popular, Javier Arenas (basta recordar la pancarta preparada en el balcón desde el propio candidato del PP-A agradeció con cara cincunspecta los apoyos y que no pudo ser mostrada), el PSOE logró una «dulce derrota» que le permitió mantener el poder después de tres décadas en aquellas tierras pero ya sin la vitola de absoluto, tras el necesario pacto con IU-A.

Ahora el PP, que pide la celebración de elecciones anticipadas en Andalucía (olvidando casos como el de Esperanza Aguirre en Madrid), zozobra para buscar un posicionamiento que casi rozó con los dedos de la mano. Sin embargo, lo hace sin aspirante definido (Arenas ya no es rentable, si es que alguna vez lo fue) y con ciertos movimientos internos que llevan a muchos a rememorar con nostalgia la ansiada cohesión interna que se atribuyó a José María Aznar en sus tiempos. A esto hay que añadir el lastre en el que se ha convertido Génova para regiones y provincias, al estilo de los últimos años de Zapatero para su partido.

En definitiva, demasiadas similitudes entre Madrid y Andalucía donde, más allá de valoraciones internas y externas, encuentran un punto destacado de su propia supervivencia en la débil posición de su principal contrincante. Los dos ejecutivos prevén cambios de caras en las cabeceras de algunas de sus carteras, con salidas y entradas de ministros quemados por diferentes motivos, y consejeros que huelan a Chaves y épocas pasadas. No falta casi nada en las comparaciones entre ambos gobiernos, incluyendo los casos de presunta corrupción en los que se han visto envueltos (papeles de Bárcenas y posibles financiación ilegal versus Eres fraudulentos). La duda que surge ahora es ¿cuándo dejará su puesto como presidente del PSOE? ¿Esperará hasta noviembre?

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