Buscan que nos borremos de europeos

Hace un tiempo leí un artículo titulado Menos español que ayer o algo así a raíz de las afirmaciones realizadas por uno de estos políticos que el azar (los votantes) ha puesto al frente de nuestras instituciones. Que alguien diga algo así, aún viniendo de un simple ciudadano, debería ser tenido en cuenta -lo de ser menos español-. Separarte, aunque sea mentalmente, de tu nacionalidad en cualquier país serio, llamaría la atención de unos representantes decentes desde la perspectiva pública, corrupción aparte. 

Socialdemocracia -3; Merkel y sus acólitos +4

El acuerdo con Grecia estaba cantado. El primer error (o estrategia buscada) fue de Tsipras, con el referéndum (legítimo y necesario) pero que ha utilizado de manera partidista. Si hace la convocatoria debe ser con todas las consecuencias. Si claudica, entonces debe promover elecciones inmediatamente y dimitir. Le bastaba sabiendo que no iría hasta el final, mirarse en el espejo de los que han ido pasando por el patíbulo de Merkel. Tsipras sabía que las cosas serían así, pero decidió contar a sus ciudadanos otra cosa. Todo por el No frente al Sí. 

Ante el miedo al contagio una solución: el boicot a Grecia

Lo que les sucede a los griegos es culpa de ellos. Se lo han buscado durante décadas de vivir de la sopa boba a costa de los demás. Hay quien desde posiciones ideológicas nada sospechosas de manipular, empieza incluso a poner en duda lo de que sus antepasados sean los padres de una civilización tan poderosa y portentosa. Ni siquiera el jroña que jroña es de ellos. Y ahora nos lo creemos. Son unos argumentos tan cómicos que ganan veracidad entre los defensores de la moral católico nacional europea neoliberal, es decir, los que mandan en esta UE compinchada con el FMI y algún que otro organismo internacional.

Mueren cuatro emigrantes españoles

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Tenía 49 años y era gallego. Se llamaba Adolfo y había decidido irse a Suiza a la búsqueda de un trabajo. Junto a su cuerpo yacía el de Luis, de 36 años. Los últimos tres los había pasado también en tierras helvéticas hasta que, a través a de un referéndum, los ciudadanos de aquel país acordaron poner freno a «la masiva llegada de extranjeros». Entonces Luis, sin empleo desde hacía unos meses, se echó a la carretera. Había dejado atrás España ante la falta de oportunidades laborales, siguiendo lo que una ministra denominó «movilidad exterior».

UE y Alemania: jugar con fuego

Los chipriotas observan con el estómago revuelto como sus dirigentes políticos juegan a saber de lo que hablan. Mientras, en el resto de Europa se toma nota de lo que puede ocurrir si alguna nación precisa de ayudas comunitarias. Esa mirada es especial en los países donde ese malestar dio lugar en varias ocasiones a náuseas que, en el caso de Portugal o Grecia, se han convertido prácticamente en un estado casi natural. No es de recibo el experimento que se prepara para Chipre, ante el cual la primera conclusión es que a los estados de pequeño tamaño no les conviene entrar a formar parte del engendro en que Merkel y su cohorte de palmeros ideológicos han convertido la Unión Europea.

Alemania se juega mucho, y lo hace antes de las elecciones de septiembre en las que la canciller busca repetir victoria. Se juega mucho en el viejo continente como país porque todos los movimientos que su presidenta propicia contra las naciones del sur europeo hacen que la soberanía de estos estados quede en sus manos, algo que la ciudadanía no está dispuesta a soportar. Más allá de su afán por demostrar en Alemania que ella no dejará caer a sus bancos (cuyos agujeros superan con creces los límites que admite la irracionalidad neoliberal de algunos líderes), en realidad, Angela Merkel todo lo analiza en clave electoral y todo lo supedita a lo que pueda suceder dentro de seis meses. En el sistema capitalista el dinero, es decir, los bancos, las entidades financieras, son las que mandan y ordenan. De ahí que, si Merkel persigue volver a ser canciller, debe tocar a rebato para que los inversiones que las entidades germanas destinaron a España, Portugal, Grecia o Italia con fines especulativos regresen a sus cuentas de resultados.

Pero todo esa política claramente nacionalista por parte de Merkel se puede volver en su contra, y no me refiero a unos comicios con datos negativos para su formación política. La parte más inquietante tiene que ver con la visión que los nacionales de los países claramente perjudicados por la gestión comunitaria nada común tienen respecto a la gran Alemania, no en vano es Merkel la marca el paso. Cuando todo esto empezó no preocupaba porque, al fin y al cabo, ¿qué son Grecia, Portugal e Irlanda? No obstante, la suma de España, Italia (potencias ya importantes) y ahora Chipre (estado pequeño pero uno más), eleva el número de personas que ven a Merkel como su enemiga y, por extensión, a su país. Si los estados perjudicados por las políticas de austeridad siguen creciendo (y si no cambian las cosas así será en breve), Alemania no dispondrá de aliados y, lo que es más preocupante para su propia economía, los que lo eran se convertirán en adversarios con ganas de revancha… económica.

Ni siquiera al otro lado del charco se entienden las políticas de la Unión Europea. Incluso economistas nada sospechosos de acercarse o rozar las teorías keynesianas han dado su brazo a torcer. En EEUU se observa con gran preocupación todo lo que sucede en el viejo continente puesto que el agravamiento de su enfermedad económica será un lastre para la economía mundial.

En definitiva, lo que se ha preparado para Chipre es una bomba de relojería financiera que, aunque adoptando la forma de experimento, trunca algunos preceptos comunitarios y puede tener consecuencias terribles para la economía comunitaria, incluida la alemana. Angel Merkel lo juega todo a la carta de las elecciones de septiembre, una apuesta demasiado arriesgada puesto que las políticas de austeridad no auguran, antes al contrario, una mejoría en el paciente económico español, portugués o italiano. Esto significa que las tensiones se incrementarán en los próximos meses y entonces la canciller alemana, además de una crisis económica y financiera, puede verse ante una crisis antialemana, algo que no beneficia a nadie y ‘solo’ perjudica al conjunto de la Unión Europea.