Ana Mato, después de más de tres décadas en la política, no continuará. FOTO: TVE
Sí. Lo deja la musa de periodistas, de políticos propios y opositores, de las tiendas de cumpleaños, de los vendedores de viajes o de Jaguars, de los especialistas en jardinería y marroquinería… inspiración de jueces, fiscales, madres, abuelas… de los padres de la Democracia desde la Grecia antigua, hasta los que gobiernan en las Bahamas modernas… de Montoro, Rajoy, Aznar, Rato, Bárcenas, de todo el PP, de Vox y hasta de Ciudadanos. También de los profesores de oratoria y comunicación política, aunque aún disponen de su jefe. Y, claro está, mi musa -siempre por detrás de Espe, claro-. Seguir leyendo →
Ana Mato ha estado sufriendo una persecución encarnizada, personal y claramente desproporcionada por unos motivos que nada tienen que ver con la moral y sí con ese pecado capital (en nuestro país convertido en deporte) que es la envidia. No es de recibo el acoso al que ha sido sometida a lo largo de esta legislatura. Seguir leyendo →
Vamos a ver. Que al final voy a pensar que lo que hay en este país es mucha envidia. Es verdad que es el ‘deporte nacional’ y si no que se lo digan a Urdangarín (le hacen la vida imposible desde que se conoce su olfato para los negocios) o a Rubalcaba (persiguen su salida del PSOE desde que sustituyó al innombrable ZP y eso que él no tiene nada que ver con ‘la herencia recibida’) y qué decir del mismísimo Rajoy, a quien machaca Aznar ‘El Grande’ en una pseudo-entrevistaentre amigos por simple resquemor hacia el pontevedrés. Según él, Mariano echa por tierra su legado. Sin duda, siguiendo con el pecado capital del que somos campeones del mundo, la ministra Ana Mato está siendo objeto de una campaña de claro desprestigio y sin motivo aparente. Seguir leyendo →
Hace no mucho los viernes se consideraban el mejor día de la semana porque llegaba el merecido descanso. Nuestros colegas europeos creen que en realidad los españoles mucho no laboramos. ¡Anda que no! Lo hacemos tanto y a tal velocidad que ahora disponemos de millones de pisos vacíos. Somos eficientes. Otra cosa es que no se vendan pero ¿están o no están construidos? Seguir leyendo →
La sanidad pública está en peligro. No es una frase hecha, utilizada en las manifestaciones de la denominada ‘marea blanca’ en Madrid o Barcelona. Es una realidad que en algunos lugares se palpa desde hace algunos años. El ejemplo más claro donde se ha visto que uno de los pilares del denostado Estado del Bienestar está en fase de experimentación para su transformación en negocio es Madrid.
Hace años, con fines claramente electoralistas, la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre -ahora en la sombra del poder- decidió construir una serie de hospitales, como si de ampliar (también en muchos casos sin ton ni son) la red de metro se tratara. Como suele hacer la ‘lideresa’, en contra de la opinión de los expertos en la materia, si es que en algún momento la solicitó, tiró pa´lante.
La génesis de la externalización que ahora venden como absolutamente necesaria fueron los acuerdos con empresas constructoras que se hacían cargo de levantar los edificios quedándose con todos los servicios, a excepción del personal sanitario. Limpieza, análisis, restauración, hasta los parking de pago que incluían algunos proyectos. A cambio, la Comunidad de Madrid paga un canon al año a esas constructoras (en algunos casos en 2010 de alrededor de 18 millones de euros, cantidad que sube cada ejercicio). Las cosas no empezaron bien porque el Gobierno regional, ante la apertura descontrolada de nuevos hospitales (vendidos como de referencia pero a cuya calificación ni se acercan), decidió cubrir las necesidades de personal cerrando centros de especialidades que tan buenos resultados ofrecían, pasando a esos médicos a los centros hospitalarios recién creados.
Es evidente que el megaproyecto tampoco ha funcionado porque, al cabo de un tiempo, las concesionarias reclamaron más dinero a la administración. El modelo presentado a bombo y platillo (incluso con material de atrezzo) parece no ofrecer los resultados esperados… salvo para quienes apostaron por esa privatización encubierta (modelo de gestión mixta, lo califican).
Hay cosas que no cambian y, aún a día de hoy, aunque la descentralización es un hecho (a veces un deshecho) y aquel centralismo tan criticado por la periferia quedó atrás, quedan reminiscencias que no cambiarán nunca. De este modo, determinados comportamientos que se dan en la capital del reino, serán imitados en esas provincias dejadas de la mano de dios (el que sea).
En mis viajes a Galicia, durante años (porque lo hecho en Madrid con la sanidad no es de ahora) avisaba de que ese modelo llegaría también y, con él, el desmantelamiento del sistema sanitario público. Su transformación en negocio está a la vuelta de la esquina y se repiten algunos argumentos-coartadas que se dieron en Madrid hace algunos años. El principal, como no, tiene que ver con lo insostenible del sistema, desde las perspectivas económica y de eficiencia. Todavía recuerdo las proclamas lanzadas por Aguirre sobre lo insoportable de las listas de espera. Llego a decir que dejaría la presidencia si no conseguía una demora razonable, datos a los que ni siquiera se acercó pero que maquilló para no tener que cumplir con su palabra.
Ahora el sistema sanitario gallego está en esa fase inicial de dar a conocer sus maldades. Listas de espera, demora en la atención primaria, ineficiencia del actual modelo, necesidad de nuevos hospitales… dejando de lado, una vez más, la opinión y el análisis de los profesionales, los que realmente saben de esto.
No sé en qué etapa se encuentra la transformación del SERGAS (Servicio Galego de Saúde). Lo que sí tengo claro es que el modelo que imita es el madrileño en el que prima el negocio sobre la calidad, la gratuidad y la universalidad del servicio. El colapso de las urgencias es otro escalón más. La diferencia que existe con el proceso llevado a cabo en Madrid es que ahora mismo, al frente del Ministerio de Sanidad, está Ana Mato. Se pueden extraer ya conclusiones sin necesidad de hacer más comentarios.
Esta misma tarde los corresponsales españoles en Nueva York han anunciado una medida pionera en relación con una convocatoria de prensa preparada por un ministerio, en este caso, el de Sanidad, a propósito de la intervención esta semana de la ministra del ramo en la ONU. En concreto, los periodistas han decidido no acudir tras conocer que Ana Mato no aceptará preguntas, o no responderá las cuestiones que le planteen los profesionales.
Una vez más, la ilustrada ministra que nos ha tocado en suerte vuelve a dar la nota. Empieza ya, sinceramente, a dar cierta lástima puesto que, además de muchas otras cosas por las que ha sido noticia -aunque hayan prescrito- también se convierte en el/la primer/a ministro/a quien los malditos periodistas le hacen el vacío.
En condiciones normales, cualquier representante público que sufre en su persona una acción de estas características rectificaría para evitar un bochorno (y además en Nueva York, porque si es en casa, pues todo es más… castizo). En el caso de Ana Mato, con seguridad, cuando le llegó la noticia de que los ‘plumillas’ no acudirían a su convocatoria, nada de caras largas. Fiesta, con música y hasta… confeti. Es así de triste pero la actitud que mantienen algunos políticos (en especial el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy y, últimamente, también el líder de la oposición, Alfredo P. Rubalcaba), aunque ellos traten de negarlo, por desgracia, también es Marca España, ‘su’ Marca España.
Sólo me queda una duda, que por cierto se despejará en breve: ¿Han dejado de ir a la comparecencia sin preguntas los periodistas de todos los medios?
Una vez más el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, vuelve a equivocarse a la hora de perseguir esa transparencia de la que tanto han hablado tanto él, como su Ejecutivo desde que accedieron a La Moncloa. El análisis que el líder del PP, o sus asesores, hacen de cada una de las situaciones críticas a las que tienen que hacer frente obtiene respuestas que no satisfacen a la opinión pública. De esto se han dado unos cuantos ejemplos estas semanas. El último hoy mismo, con la publicación de las declaraciones de la renta del presidente. A pesar del empeño de los medios de comunicación afines (La Razón o ABC) el gesto de Rajoy provocará el efecto contrario en la ciudadanía.
Extracto de la declaración de IRPF correspondiente a 2010
En una legislatura como la actual, en la que los mensajes de austeridad, recortes y sacrificio han ido cayendo como losas entre el ciudadano de a pie al ser él quien los ha sufrido de forma directa, la decisión de publicar la hoja de ingresos y propiedades, no logrará calmar los ánimos, antes al contrario. El país, con casi seis millones de parados, con la reducción de ayudas a las familias, con un incremento considerable de personas que viven por debajo de lo que se considera el umbral de pobreza y con una merma notable de los recursos sanitarios, educativos y sociales, observa esas declaraciones como una tomadura de pelo por las cantidades económicas que revelan.
Al margen de lo anterior, el otro jarro de agua fría tiene que ver con la realidad de los datos hechos públicos. ¿Alguien esperaba alguna cifra en esas declaraciones que arrojara algo de luz, para bien o para mal, sobre los famosos papeles de Bárcenas? Sin embargo, la sorpresa de la comunicación de hoy se refiere al desfase que se da en algunos de los datos declarados en la Renta y en el Congreso. Esto tiene poca explicación convincente, a pesar de que en breve habrá nota de prensa oficial. No es de recibo que un gesto que persigue tranquilizar a la ciudadanía (ese era, por lo menos, el deseo de los dirigentes populares) exacerbe todavía más los ánimos, lo que pone en evidencia, otra vez, la política de comunicación del equipo de Rajoy. El problema es que cada vez que el presidente o su gabinete hablan (utilizando cualquier soporte), la zozobra social se incrementa.
En términos generales, las cantidades que hubiese ingresado durante su presencia en la ejecutiva popular tendrían una importancia calculada, más allá de compartir o no el monto de dichos salarios, si no fuera porque a cada nuevo dato que aparece, nuevas sorpresas se llevan los ciudadanos. Si se confirma, como indica ya algún medio, que ocultó (o no declaró) en el Congreso alrededor de 80.000 euros que percibió de su partido ¿en qué credibilidad sustentará su gestión, por otra parte ya muy devaluada?
Es evidente que alguien va a pagar los platos rotos. El presidente del Gobierno ayer en Bruselas y antes de irse porque estaba «un poquillo cansado» volvió a sellar su confianza en la ministra de Sanidad, Ana Mato. Es similar ese posicionamiento al de los mandatarios de equipos de fútbol que ratifican a su entrenador y a los dos días son despedidos. A la ex de Sepúlveda le pasará lo mismo y, con bastante seguridad, antes de lo que se había calculado. Dará igual que se ‘venda’ como dimisión o destitución. Ella sí tiene los días contados. El presidente necesita desviar la atención de alguna manera. ¿Sería acertado? La respuesta la veremos en los datos de la próxima encuesta del CIS, papeles de Bárcenas ‘mediante’.
Crónicas Lerenses 
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